jueves, octubre 19

21/03/2006

21/03/2006


POESÍA, POESÍA, DULCE Y AMADA POESÍA



Cada año que pasa,

La poesía la entiendo menos

Y me gusta más…



Es le escape de cuanta cosa imagino,

El escape de letras,

Cortito como hipo,

Como coito de conejo,

Como abrazo de traidor...



Que expresión humana,

Es esta menos prodiga

Y más libre,

Y se queda ahí como vino,

Con lo que trajo

Con lo que quería decir y debías interpretar luego...



Sus modos son,

Mis hermanos más amables,

Me toman de sus manos y me llevan a pasear,

En senderos tan variados, como una pasarela en el llano,

Una huella en la alta montaña.

Un camino de rocas sobre las aguas turbulentas...



Siempre se muestran,

Abiertamente,

Destapados de hojas de parra,

Como fosas nasales limpias,

De mocos de incertidumbre...



Su decanto de versos,

Uno tras otro,

Descifran mis pasos todos,

Y aun,

Los que vendrán mañana...



Nunca he sido de versos calculados,

Como anticipando la métrica antes del verso,

Numérico, cuadrado, rectangular,

Poliédricas y rítmicas frases,

Que encadenan un poema,

Revelándose en cada pie que avanza,

Y sintiendo que ahí,

Una estructura para la vida.

Esa métrica nunca ha sido la mía,

Solo he sido una voz,

Que venia hablando de si misma,

Y ahí haciendo versos, de cada cosa que vivía.

De los cuales,

Han venido creciendo,

Con cada oración

Que muere de la boca,

Y va quedando acumulado en un cementerio de símbolos,

Donde van a descansar,

Para renacer luego a sus labios,

A cada emoción sustraída,

Restituida en usted...



De cada poeta hay una enseñanza:

Sus propios restos,

Sus restos de emociones humanas,

Que abren una puerta de par en par a la mía,

Y ahí, ahí,

En un pequeño portal

Esta sentada y junto a mí,

Nuestra querida dama Poesía...



No dañes,

No dañes a nadie con tus versos me dice,

Entonces las musas no merecen recibir daños,

Y encubro un alero a la fatalidad y el desencuentro,

Encausando el amor a mis musas,

Llevándolas en cálidas palabras a mi altar...



No es fácil ir al altar de un poeta,

Es un encuentro perfecto,

De una sumatoria de ritos,

Que decantan el alma hacia lo sublime,

A la perspectiva de cada poeta,

Y la mía sin ego, es la eternidad...

Que poeta no ha querido ser eterno,

Cada poeta que usted nombra es eterno,

La eternidad nació con los poetas,

Es un gran deber ser poeta,

Conciliando lo eterno en él...



Y cuando algún poeta concilia boludeces,

Cosas abstractas atrapadas con una red,

En la nada,

Y los hace tan reales,

Que habiten en su imaginación y realidad,

Es casi lo mismo,

Así de abstracto,

No sé de boludo...



Entonces mi curiosidad enfoca lo de siempre,

En la mejor inspiración de mi yo poeta,

Y al final concuerdo que es la voluntad,

Ella nos hace escribir,

Comprometido con un texto

Y asumiendo en él,

Una realidad tan nueva y original,

Como vieja y cansada,

Y ella,

El puente a la eternidad de todo lo que rodea al poeta...



Mi realidad más curiosa,

Es que la eternidad es de todos,

Solo que aquel que interpone

Un faro más grande,

Brillara más lejos...



Ahora ya,

No dando importancia al género o actividad humana,

El legado que trascienda a la humanidad en un viaje continuo,

Y no discontinuado,

Por efectos de la acción reacción,

En los vaivenes de una sociedad sobre otra,

Una originalidad sobre otra.

Al poeta le resta interpretar entre ambas,

Una tercera unificadora y así,

En poco tiempo la originalidad se vuelve tan variada

Que ya no importa,

De donde te patee el alma tu dios,

Y te destine una lucha,

De disociaciones por querer asignar tu credo.

Dejando todo el viaje del resto,

Esperando lo que nunca será,

Y solo fue un pequeño paso,

Renacido en otra estrella,

En otro encuentro mágico de las chispas de la vida,

Del cual ni usted ni yo veremos,

Porque fuimos lo que somos ahora,

Y mañana seremos mañana,

Y allí perduraremos,

Porque de eso se trata,

De perdurar más allá...



¡Y acá!



¿Cómo se hace eso?...



Poesía, poesía,

Dulce y amada Poesía...



ATILANO

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