domingo, noviembre 12

Muchas Gracias Sargento

Muchas Gracias Sargento...

Parte I

El cigarrillo siempre fue mi mejor amigo,
me lo presentaron muy niño,
siete años me parece,
quizás ya no recuerdo ni la hora ni el día preciso,
pero si aparece en la testa el lugar y la persona
que saboreando el humo de un mentolado,
lo devolvía al espacio haciendo aureolas con su boca,
ese placer en ese instante lo quise hacer mío,
y en mis vigilias de cama
ideaba la mejor estrategia para conseguir uno.
Esta persona, fumadora experta,
tenia un hijo de mi edad,
y entre dialogo y dialogo,
lo fui seduciendo para que le robáramos uno,
de antes mi madre me había dicho que del habito de fumar salían bigotes,
ustedes entenderán,
niño precoz, con ganas de ser hombre rápido, y crecer y crecer,
que mejor oportunidad,
así que una tarde ya con mi amigo,
socio en ese instante, le robamos uno,
ahora a conseguir fósforos y crecer,
buscamos un escondite en el fondo del patio de la casa,
arriba entre los techos, mirando las cordilleras,
iniciamosnos en ese rito para ser hombres rápidamente.
Una fumada corta, sin absorber y votar,
no sentimos nada, absolutamente nada,
entonces sigamos nos dijimos,
así fueron tres o cuatro, ya no hay memoria,
solo fue que en una directo al pulmón,
ya saben, toser y toser,
verdes y colorados de toser,
un calor como de fiebre,
la rosades en el rostro,
un sentimiento de culpa y cero aureolas...

Parte II

Después de aquello algo inventábamos pero no siempre era el cigarrillo,
otra vez de mayor, trece tal vez,
en un festival de la canción,
ante la algarabía y la excitación del momento,
_bueno porque no, yo también puedo,
así que me desinhibí completamente
y ya estaba una cajetilla en mi cartera,
mi madre en su mundo, mi padre también,
y yo creciendo, muy rápido,
y saben,
sin siquiera creció un solo pelo de bigote,
era un mito de mentira,
en el experimento lo comprobé...

Parte III

Ya después, después era experto,
no-solo eran mentolados,
con filtro o sin filtro,
muchas marcas,
era un comercial fumando,
pues andaba en aviones con “Viceroy”,
navegaba en yates con “Belmont”,
para la moto era “Luky Stray”,
en el campo, en el caballo, ya saben “Malboro”,
si hasta era de la realeza cuando aspiraba “kent”,
en la pobreza, pues eran mas baratos, “Hilton”, pero bellos hoteles ¡no!,
un cigarrillo irónico era “Life”, así como suena, ¡Vida!,
cuando soñaba en viajar era “International 555”,
cuando se internacionalizo más mi país,
llegaron los “True”, la verdad absoluta, livianos y con separador de basuras en el filtro,
los “John Player Special”, caja negra y ancha, otro nivel,
cuando fui detective y andaba de agente secreto fume “Bond”,
azules o rojos, o yanquis y comunistas, cada cual lo interpretaba a su manera,
los “More”, extra largo, morenos y delgados.
La realidad de las cosas es que fueron muchos,
cajetillas y marcas,
tal vez demasiados,
me gustaba esos resfrios de los diecisiete a veintiuno,
en la cual se me juntaba la flema en la garganta,
así espesa, café y cargada,
y al llamarlas a la lengua,
dejaban ese gustillo a tabaco y aterciopelaban mi voz...

Parte IV

En la universidad ahí si que fume bastante,
la primera acción de la mañana
y la ultima de la noche,
una vez con mucha adrenalina me fume una cajetilla “Luky” sin filtro
de un tirón en una trasnochada,
_pucha que tenis aguante me decían,
imaginen esa sonrisa,
y con seriedad patagonica agradecía diciendo:
_“Así fumamos los gauchos, entre el mate y el asado”.
La vida era en ese entonces,
consiguiendo la moneda para el cigarrillo,
en cajetilla o suelto,
ya no importaba si era ligth, extra long, rubio o negro,
solo era que había que calmar el pulmón, el deseo,
esa ansia incontrolable, el regulador del biorritmo,
la bombona que controlaba de la alegría o la tristeza,
ya era un digamos, “esclavo de él”,
prisionero incondicional de su compañía,
sin contar ese eterno flujo de dinero,
que cuando saque la cuenta al pasar de quince años,
era unas vacaciones de dos meses en un país lejano,
una casa nueva o dos o tres autos,
y saben que fue lo más curioso que siempre subió con el costo de la vida,
y después de un alza nunca bajo,
siempre estuvo y a estado en línea ascendente...

Parte V

Pero como todo romance,
siempre acaba de forma violenta,
en mi caso tuvo un final parecido,
ya era papá, mi hijo David, el mayor,
tenia un año
y tuve que salir de mi hogar unos meses a la ciudad donde nací,
esto es la ciudad de Talca, ubicada en el centro de mi país, Chile,
a la vendimia de una viña familiar,
después de la faena, con algunos dineros en el bolsillo,
una petaca de aguardiente en la cartera
y muchas ganas de celebrar,
me separo de mis amigos y me interno en su noche bohemia,
como aun disfrutaba con la música de discoteca,
entro en una y comienzo a bailar al ritmo de mi borrachera,
salvo para el dueño, todo era felicidad,
no dure mucho y ya estaba sentado en la vereda,
enfilo a mi hogar, y en el camino un vehículo policial se detiene a mi lado,
documentos, estado de ebriedad,
obvio,
para dentro,
llego sonriendo y en prepotencia pidiendo explicaciones al mesón de la guardia,
algo me dice el sargento, ya ni recuerdo que,
a lo que respondí con un tono fuerte,
ustedes saben, en alcohol se han ganado batallas
y se han perdido reinos también,
el sargento se me acerca con una sonrisa en sus labios,
me mira a los ojos
y me da un golpe de puño en el pecho que me tira dos metros para atrás,
acto seguido al calabozo, a esperar la madrugada,
con la rayada del sol,
unas caricias, la mona desaparecida, pagando una multa y al hogar,
a dormir un trasnoche de bohemias...

Parte VI

Hasta ahí había andado todo bien,
salvo a la semana siguiente,
en la cual un fuerte dolor al pecho me abordo,
un dolor desconocido hasta ahora,
algo nuevo para mi vida,
la intensidad de sus puntadas, como agujas penetrándome,
la palidez y los vómitos,
la suavidad del escupo de la sangre,
gelatinas hora a hora,
y dolor con dolor,
así que ya adivinan, próxima parada,
hospital, fila de urgencia, larga demasiado larga para tanto dolor,
peor aun, sin previsión, ahora solo indigente,
una salita, una camilla, el doctor,
estetoscopio, tosa por favor,
mejor _ no-doctor,
tosa por favor, ahí que queda el gargajo de sangre en la camilla,
fuma pregunto, _ a veces, respondí,
rayos x, “tórax y pulmones”,
mirada seria,
señor tiene pleurosis me dijo,
así que ya saben, muchas penicilinas en los glúteos,
ha y no fume me recomendó,
el dolor se fue, la sangre también, la resonancia del golpe desaparecieron,
y del habito de fumar se limito a decir
cada vez que me ofrecen;
no gracias,
solo fumo mariguana, respondo ahora,
ah, y
muchas gracias sargento...

Parte VII

Pero del habito de fumar solo me falto relatarles
la muerte de mi padre por cáncer a la laringe,
donde unos escupo de sangre,
solo son un juego de niños...

Atilano

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