lunes, enero 22

Desde El Mismo Yo (Divagaciones VII)

(DIVAGACIONES VII)

Quizas solo era un decir, para buscar equilibrio,
un punto,
para hacer la ecuación constante...

podria tener tantos nombres,
y sería siempre
la neutralidad de la trinidad...

el conjunto, la dueña, el dueño;
la humanidad, la tierra, el universo,
y ese eje digno, llamado; como quien debiese y nombrase
en su voluntad de reconocer el eje...

lo curioso y altamente curioso,
era que había tanta gente diciendolo,
como gente no considerandolo,
y parece que aún lograban equilibrio;
pero la dueña;
si era sentida, y el conjunto
una revoltura tal, que ya habían perdido los pies y la cabeza;
no se observaba a plenitud donde estaba cada cual...

el dueño, no estaba para nada angustiado,
no le importaba en realidad,
sabía tanto de su absoluto silencio
que sabía de cosas flotando,
y más aún,
sabía del eje que lo había dejado así,
entonces poco le importaba...

la dueña resentida a cagar;
estaba resentida y algunos elementos del conjunto,
lo observaban a plenitud;
uno un día expuso un árbol en un desierto,
y con gran titulo nombró;
AQUI ESTABÁ LA SELVA.
mostrando solo un árbol, en un campo de arcilla arado.
Pero, donde más se notaba
era del ritmo que llevaba, como se movia interiormente, y todo variaba... luego unos se llenaron de profecías
y otros reinterpretaban las anteriores,
y siempre era lo mismo;
en cuento breve,
el conjunto perdía,
sin importar ni sus tantas lenguas, ni sus tantas ropas,
ni sus tantas joyas; no importaba nada, ni importaría nada...

eso sí, habían muchos avispados en el conjunto
e intentaban acumular y acumular, de todo,
pero sobre todo, lo que llamaban bienes
que luego era mudado a placer y luego a felicidad,
y también a conformidad;
y en aquello, La Ceguera,
el no creer, el no pensar, el no imaginar,
salvo sí, racionalizar hacia su sentir,
su acumular, su placer, su felicidad...

eso sí, era poquitos, casi el diez porciento del conjunto,
que parecian hasta comerse al conjunto todo,
pues todo lo que el resto generaba,
llegaba magicamente a ese porcentaje que vivía en plenitud de felicidad,
sin importale siquiera, que pasaba con la dueña,
ya que sus vidas eran tan infimas, que su infimidad les daba pensar, que la dueña no se resentiría, así que poco le motivaba inducir un cambio...

...

El Ultimo Saqueo

ya habían emigrado hace mucho tiempo del lugar donde nacieron,
algún ingenuo alguna vez lo llamo la dueña
y solo quedaba de aquello, una esferita gris, silente, vacía...

su trabajo de buscadores de tesoros los había traido de vuelta,
para comprobar si era cierto lo que decían los antiguos textos;
tenían unas coordenadas de referencia,
interpretadas despues de analizar una telaraña de versos,
que contaban de civilizaciones magnificas,
y que un día, en un punto cuando la ecuación se hizo insostenible, mudó, desareció...
primero fue el clima,
vientos, sequias, tormentas. Aguantaron, mucho aguantaron, pero ya no había como detener lo que sucedía, luego el suelo se trago todo, los volcanes otras vez, nuevas fisuras aparecieron, y todo se iba a los cielos y venía de vuelta...
ya sin comida, sin protección...
la caga...
algunos volaron, arrancaron, apretaron cachete; los cientificos, los banqueros, los generales y alguno que otro que se coló, pues sabía cosas elementales que serían de ayuda en lo que les depararía el futuro viajando por el dueño...

lo que sucedío luego es otra historia,
el dueño es tan basto que siempre guarda algún rinconcito para la tranquilidad y alegría; y ellos la encontaron...

decidieron bajar cerca de donde habían interpretado debían ser las coordenadas, y con sus trajes ajustaditos y prácticos,
sus sensores de elemento especifico, llegaron discretamente donde se guardaba el tesoro; lo cargaron con calma y volvieron como llegaron, al lugar que ahora llamaban la dueña, para seguir pagando sus horas de placer que tanta felicidad les provocaba...

FIN

...


Luego que tanto importa como se llame, si luego en la crisis a nadie le interesa, primero caos, luego anarquía, luego como salvamos algo y luego salvese el que pueda; y esa a sido nuestra gran máxima de vida, al menos dentro del conjunto...

Pero bien, si alguién quiere decirlo en voz alta, que lo diga,
si alguien en voz baja, que también lo diga; pero sí, que nadie se calle, pues el silencio siempre a sido el complice mas egoista de la idealización, de los equilibrios entre el conjunto y la dueña...

Atilano