sábado, julio 12

Sindrome Necio (Textos Breves)


Sindrome Necio (Textos Breves)


I

Las gentes eran como siempre habían sido, se unían de vez en vez y al otro tiempo se daban con lo primero que tenían, total era la ley natural así; nadie lo había impuesto en especial; solo era la rútina común, así que nadie se desvelaba por superarla... Con la desventura de que nada volvía a ser como era antes de cada conflicto, de cada intervención. Así se fue trazando un eje por cual creían todos iban muy bien; salvo por tres o cuatro casualidades que hare bien a contar, o me hara muy bien contar; pues el desasosiego en que transito me revienta en algún instante la moral, y con ello aquellos que les converso de todo esto, que luego se las reviento a ellos; una verdadera lastima, pues solo quiero saludarlos con mis aprenciones y deseo se inflen como un globo pero que aguanten, eso es lo mínimo que espero, pero cuando se le revientan los gases así tan explosivamente, me las hinchan a mí, y sigo aumentado en aquel desasosiego hasta el grado de querer explotar también, pero me retengo como un buen dique y acumulo casualidades, como esas tres o cuatro que te voy a contar...

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II

Qué ordinario que eres, me dijeron un día; y tenían mucha razón, era un ordinario desvencijado que no respetaba orden ninguno y por eso me iba así, liando desordenes uno tras otro enrrollado en los parametros de cosas que si dijera, ahí sí que me dirían ordinario; y a quien no le gusta tirar un desorden de vez en vez, salir de la rútina y los canones establecidos y hacer cosas de aquella que no se pueden contar, pero se hacen cuando ya la demanda del desorden es mayor que el respeto por todo eso que me decían era perfecto, y querían que fuera así, perfecto; que tontera más grande, si aquí la única perfecta es la muerte que no deja a todos tiesesitos, al menos por un rato, luego cuando ya todos se van nos ablandamos y salen los gusanos por las narices, el ombligo o el ano; eso si que es de ordinarios, contar cosas de cadaveres, nos gusta dracula, noferatus, y chupar, bueno mejor chupar; pero chupar aire, mucho aire mientras estamos vivos, pues luego los gusanos nos chupan a nosotros y se traen de mamadas de los pezones de nuestras arterias y nuestras células y todas así estancadas y detenidas hasta comernos el alma, al menos nuestro cuerpo alma, porque el alma alma, ya no está, se fue, como este ordinario que también por ahora se va...

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III

No falto quien dijo es de lo más común; -como un zangano-, eso era, ocioso, empedernidamente ocioso; pero cauto, muy cauto, sobre todo despues de robarle la billetera a un tipo, mirando para todo lados, primero para saber si alguién me había visto y segundo para saber por donde virarme más rápido, y no dejar señales, salvo esta confesión perdida en la servilleta de un bar con la cual me he limpiado los mocos y la he dejado luego estiradita, así resecandose a las luces, haber si viene alguno y las lee y se entera de por que habían dicho que era de lo más común y yo me había reconocido zangano...

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IV

Cuando el desamor los tocaba no había como levantarlos, salvo resignarse a escuchar las mil puteadas del desahogo, especialmente de cuando las horas no coincidían, los tiempos se jugaban en los entretiempos y alguién sutilmente se reía en la fila...

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V

No había mal mayor de aquel que solo creía en su propia verdad, sobre todo en las horas de conversar de religión o política; esa noche despues de no se cuantas copas alguién cantó una canción de fe y dios, que al eco de sus tantas letras solo le respondí que dios era un prostituto y sin decir la menor palabra, dejó la guitarra, se acercó lentamente y me regó su vaso de vino en la cara. Fin de la fiesta, pero comienzo de la reflexión: porque no pregunto el porqué de mi sentencia; se había vuelto un fanático y no oía más voz que su fe, luego en los entretelones se lo dije de nuevo, no se le paso el enojo, pero comprendió que muchas veces se vende él al mejor postor y pareció entender que una mejor postura la tenía el, cosa ya endosada, pues ya había comprado y pagado por precio la fuerza de la agresión; sin aceptar que en este mundo hay tantas verdades como tantos somos, y que no hay peor ser que un fanático, que luego son los primeros justicieros o verdugos, según venga la vuelta; así que por ahora el bar esta cerrado y volver a mantener la conciencia en respetar el codigo de silencio, de no hablar ni de dios ni de política, y menos sentarse a beber con fanáticos, al menos hasta que solo exista una sincronía común; cosa bastante difícil por lo pronto...

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VI

Ojala tuviera una poema siempre entre los labios para obsequiar... susurr... pero no recuerdo nada en simple instante, salvo cuando me acongojo de no tener una presencia y ahí, solo nace, como para llamarlo y decir en voz lo mucho que le tengo dentro, y por eco de él decir lo mucho que añoro de estar en su presencia; aunque no sé si todo poema habla de amor; sé de otros, aquellos del desamor han dicho y creo que hasta se parecen en aquellos en los tantos versos que saben a malos recuerdos, como a hiel o a natre; ese arbusto amargo que me dí de tomar y que luego recordaba cada vez que decía algo impropio, que creo se pego, como mis versos en desamor; pero ahora ya no, solo quiero recordar un verso y susurrar a un oído, pero no recuerdo alguno y no creo saber alguno, salvo en aquel instante en que todo se conjuga como mariposas volando y son todas tuyas, en colores, en vuelo, y hasta en perfume, que no es tal perfume, solo el recuerdo de alguno que fue y lo carga equella lepidóptera volante para el festejo de encontrarte en ella, o creer encontrarte en ella, para una fiesta de mi sensación de amor, al menos como pequeña y gran emosión...

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VII

Se le paso la mano, eso me decía mientras me paseaban arriba del furgón policial, mala suerte la mía de pasarle el carnet y más aún parecerme aquel gelipollas que la había atacado por atrás, y peor aún el ciego policía que la indujo a culparme en aras de sacar rápido su problema y masticar la rabia del sorbo de alcohol que no pudo beber con los saluces de sus compañeros cuando le ordenaron que debía atender un caso de agresión, justo con el mismo destino que yo había planificado aquella noche y con tan mala suerte que me mezclo en aquel enrrollo, que me llevaba con destino a un hospital para constatar lesiones y luego a una guardia donde de seguro así paisa que era me pasarían a un calabozo para pasar una noche de anticipo de fiesta nacional....

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Sergio Atilano González Orellana
Paralelo 45 Lat. Sur - Chile



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