Entrevista Atilano por Claudio Muñoz Oyarzo

Sergio Atilano González: Poeta Patagón, Amigo y Cómplice de esta tierra
November 18th, 2010 |

Por Claudio Muñoz Oyarzo – Colaborador

“Coyhaique es un lugar maravilloso para existir, estamos lejanos de problemas semíticos, de guerras o matanzas extremas…Se puede soñar en libertad en idear un edén, nirvana o paraíso…”

Sergio Atilano González Orellana, nació el 05 de junio de 1963 en la ciudad de Talca donde solo fue a “parirse” como él dice. De vuelta inmediata a estas tierras, tal vez no le diga mucho este nombre, aun no mucho, poeta amigo de la poesía de los árboles, del silencio y los llantos del paisaje, camarada de insectos y mariposas, relator de la belleza genuina de lo vivo, de las cosas lindas y desagradables, de la luz y la sombra, elementos sincrónicos de su poesía.

A escasos metros de avenida Baquedano, en el borde del rio Coyhaique, allí se enclava el paraíso personal, el nirvana último, de este poeta patagónico, que conocimientos le sobran sobre plantas y árboles, sobre suelos y rocas. Hijo de colonos, Sergio González resulta un personaje íntimo de esta tierra, soñador compulsivo, hablante de poesía por los poros, en papel, en servilletas y últimamente en la web, donde trascienden sus poemas como vertiente en el facebook y en el blog, hablamos de todo un resto, de la poesía por cierto, la poesía habla por su cuenta en ese mirador del rio, donde se muestra en toda su magnificencia la paleta soberbia de colores vivos, me cuenta de su lucha personal, de su constante esfuerzo por conservar lo que cree debe entregarse indeleble para próximas generaciones, la “civilización” parece querer apropiarse de ese pedazo de cielo, de su paraíso, el paraíso de todo quien quiera bajar unos metros del ruido y conectarse con la “matria” tierra.

El plan regulador del gobierno ya trazo líneas por el sendero, y Sergio reclama su derecho que le da haber vivido 20 años en ese sitio, plantando árboles, cuidando algo que debe cuidarse, no ha obtenido respuestas claras por parte del municipio, y todo está ahí… en veremos,

“Han cambiado los tiempos -me comenta-, el desarrollo, parece dejarles a algunos el sarro y a otros el rollo, (neologismo propio), políticos jerarquizados van detrás de algo, que parece importarles solo a ellos, en desmedro de nuestros intereses como chilenos, como patagones que somos, es ésta una cuna de vida, de diversas vidas, de miles de vidas, que en sus hábitats procrean existencias, y es lo que nos diferencia como región, es nuestra identidad como aiseninos, es un regalo –afirma-, que muchos lo quisieran y por eso vienen de afuera, de otras regiones, a esta reserva de vida. Sin embargo autócratas de corbata, ya planean intervenir esta belleza, con sus proyectos comerciales, energéticos, etc.”.

Resulta fecundo hacer un dialogo con este poeta fraterno, amigo y cónyuge de la poesía, creador de imágenes de esta tierra, en sus poemas se entrelazan como cotidianos los versos del canto a la vida, a la natura y costumbres aiseninas cálidas, como el mate en la mañana, el primer beso a la mujer amada, la mirada novicia al ciclo del día…También aborda en su lirica la mirada existencial del ser, de la universalidad de que somos parte, siempre con ojo nostálgico y agudo donde se reflejan sentimientos…vivencias límites, alegrías y penas de un humano que vive, antes que todo…vive.

La reciprocidad de la poesía es lo suyo, “hablante y oyente deben nutrirse” me dice, y hace analogías con clásicos de la literatura, el Decamerón, la Odisea, la Divina Comedia. Sergio habla de la conexión universal de las cosas, de la semilla que se deja y se recoge por alguien de alguna forma, de la construcción del futuro por medio de todos y para todos, por lo mismo es un disidente como muchos de la contingencia actual, de ese desvarío del consumo, ruidos, estridencia, verdades fáciles e inmediatas, que se presenta como norma…

Que parecen corromper algo que está siempre existente, la vida tal cual sin más que el respiro, sin más que la belleza de abrir los ojos y ver de frente el obsequio de la existencia…

VII

De esta pequeñez

Del valle del rio Coyhaique

Donde los ecco homo

Se comen su piel

Y lo visten en sedas de humos…

Celebro mis privilegios,

De medir en mí centro el valle,

Brillar en el sol de las nieves

Y adentrarme en las atmósferas

Que crecen ante mis ojos…”

(Fragmento del poema VII, de “Aislamiento”).

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