MARIPOSA BLANCA
He buscado una Mariposa Blanca para regalarle,
He recorrido todos los lugares de la Tierra buscándola,
Y sabes que ha sido lo más curioso,
Que se encontraba en su jardín.
Cuando la vi,
La quise atrapar entre mis manos
Y correr a dársela,
Pero me pregunte porque querría hacer aquello,
Si ya estaba con usted,
Era de su pertenencia
Y además era libre para elegir cualquier flor del jardín.
Atrapada, presa, reprimida,
No es un mejor modo para vivir,
Así,
Que ahí, me he querido trasformar,
He deseado ser una flor más de su jardín
Y observar en silencio el vuelo de la Mariposa Blanca...
Pudiendo elegir la flor que se me ocurriese,
Encuentro muchas opciones:
Podría ser un gran Girasol,
Que mire y mire al sol,
Amarillo, naranjo, rojo
Y se llene de todas las mariposas...
Podría esconderme en las sombras y en la humedad,
Vestido con un traje azul,
Y ser una copiosa No me olvides...
Podría ser un tulipán, de quince días de primavera,
Que muestre su botón, abra sus pétalos,
Se duerma en la noche y vuelva a mi bulbo
hasta que Persefone este libre nuevamente...
Podría ser una brillante Zinnia, del calor más intenso del verano,
Regalándote cada día un nuevo pétalo,
Crear una gran piña,
Que corte y guarde sus semillas para el próximo verano,
Cuando se quiera relajar al calor...
Podría ser un Crisantemo blanco,
Para cuando empiece su otoño,
Uno gigante, muy crespo y de albos pétalos...
Podría ser un Tropealum, que se pegue en su muro
Y le vea cada mañana estar en su hogar,
Levantarse, observar, ver sus quehaceres,
Volver a nacer, y verla cada día,
hasta que la helada me haga descansar,
y este capuchino deje de orar, hasta que caliente nuevamente el sol...
Tengo tantas opciones, tantas...
Tal vez usted quisiere elegir la flor que sea,
Hasta usted podría ser la Mariposa Blanca,
Tiene usted la virtud y además le acompaña cada día...
Es libre en ello.
Le ofrezco que elija la flor:
Pero sabe,
No quiero colores,
Ni brillantes, ni luminosos colores.
Solo quiero ser un musgo verde,
Que le regale oxigeno cada día,
Le regale suavidad al andar
Y el colchón que le reciba,
Cuando tú Mariposa Blanca,
Quieras hacer el amor con la Tierra
Y este musgo,
su nexo...
Atilano
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viernes, febrero 2
domingo, noviembre 12
Muchas Gracias Sargento
Muchas Gracias Sargento...
Parte I
El cigarrillo siempre fue mi mejor amigo,
me lo presentaron muy niño,
siete años me parece,
quizás ya no recuerdo ni la hora ni el día preciso,
pero si aparece en la testa el lugar y la persona
que saboreando el humo de un mentolado,
lo devolvía al espacio haciendo aureolas con su boca,
ese placer en ese instante lo quise hacer mío,
y en mis vigilias de cama
ideaba la mejor estrategia para conseguir uno.
Esta persona, fumadora experta,
tenia un hijo de mi edad,
y entre dialogo y dialogo,
lo fui seduciendo para que le robáramos uno,
de antes mi madre me había dicho que del habito de fumar salían bigotes,
ustedes entenderán,
niño precoz, con ganas de ser hombre rápido, y crecer y crecer,
que mejor oportunidad,
así que una tarde ya con mi amigo,
socio en ese instante, le robamos uno,
ahora a conseguir fósforos y crecer,
buscamos un escondite en el fondo del patio de la casa,
arriba entre los techos, mirando las cordilleras,
iniciamosnos en ese rito para ser hombres rápidamente.
Una fumada corta, sin absorber y votar,
no sentimos nada, absolutamente nada,
entonces sigamos nos dijimos,
así fueron tres o cuatro, ya no hay memoria,
solo fue que en una directo al pulmón,
ya saben, toser y toser,
verdes y colorados de toser,
un calor como de fiebre,
la rosades en el rostro,
un sentimiento de culpa y cero aureolas...
Parte II
Después de aquello algo inventábamos pero no siempre era el cigarrillo,
otra vez de mayor, trece tal vez,
en un festival de la canción,
ante la algarabía y la excitación del momento,
_bueno porque no, yo también puedo,
así que me desinhibí completamente
y ya estaba una cajetilla en mi cartera,
mi madre en su mundo, mi padre también,
y yo creciendo, muy rápido,
y saben,
sin siquiera creció un solo pelo de bigote,
era un mito de mentira,
en el experimento lo comprobé...
Parte III
Ya después, después era experto,
no-solo eran mentolados,
con filtro o sin filtro,
muchas marcas,
era un comercial fumando,
pues andaba en aviones con “Viceroy”,
navegaba en yates con “Belmont”,
para la moto era “Luky Stray”,
en el campo, en el caballo, ya saben “Malboro”,
si hasta era de la realeza cuando aspiraba “kent”,
en la pobreza, pues eran mas baratos, “Hilton”, pero bellos hoteles ¡no!,
un cigarrillo irónico era “Life”, así como suena, ¡Vida!,
cuando soñaba en viajar era “International 555”,
cuando se internacionalizo más mi país,
llegaron los “True”, la verdad absoluta, livianos y con separador de basuras en el filtro,
los “John Player Special”, caja negra y ancha, otro nivel,
cuando fui detective y andaba de agente secreto fume “Bond”,
azules o rojos, o yanquis y comunistas, cada cual lo interpretaba a su manera,
los “More”, extra largo, morenos y delgados.
La realidad de las cosas es que fueron muchos,
cajetillas y marcas,
tal vez demasiados,
me gustaba esos resfrios de los diecisiete a veintiuno,
en la cual se me juntaba la flema en la garganta,
así espesa, café y cargada,
y al llamarlas a la lengua,
dejaban ese gustillo a tabaco y aterciopelaban mi voz...
Parte IV
En la universidad ahí si que fume bastante,
la primera acción de la mañana
y la ultima de la noche,
una vez con mucha adrenalina me fume una cajetilla “Luky” sin filtro
de un tirón en una trasnochada,
_pucha que tenis aguante me decían,
imaginen esa sonrisa,
y con seriedad patagonica agradecía diciendo:
_“Así fumamos los gauchos, entre el mate y el asado”.
La vida era en ese entonces,
consiguiendo la moneda para el cigarrillo,
en cajetilla o suelto,
ya no importaba si era ligth, extra long, rubio o negro,
solo era que había que calmar el pulmón, el deseo,
esa ansia incontrolable, el regulador del biorritmo,
la bombona que controlaba de la alegría o la tristeza,
ya era un digamos, “esclavo de él”,
prisionero incondicional de su compañía,
sin contar ese eterno flujo de dinero,
que cuando saque la cuenta al pasar de quince años,
era unas vacaciones de dos meses en un país lejano,
una casa nueva o dos o tres autos,
y saben que fue lo más curioso que siempre subió con el costo de la vida,
y después de un alza nunca bajo,
siempre estuvo y a estado en línea ascendente...
Parte V
Pero como todo romance,
siempre acaba de forma violenta,
en mi caso tuvo un final parecido,
ya era papá, mi hijo David, el mayor,
tenia un año
y tuve que salir de mi hogar unos meses a la ciudad donde nací,
esto es la ciudad de Talca, ubicada en el centro de mi país, Chile,
a la vendimia de una viña familiar,
después de la faena, con algunos dineros en el bolsillo,
una petaca de aguardiente en la cartera
y muchas ganas de celebrar,
me separo de mis amigos y me interno en su noche bohemia,
como aun disfrutaba con la música de discoteca,
entro en una y comienzo a bailar al ritmo de mi borrachera,
salvo para el dueño, todo era felicidad,
no dure mucho y ya estaba sentado en la vereda,
enfilo a mi hogar, y en el camino un vehículo policial se detiene a mi lado,
documentos, estado de ebriedad,
obvio,
para dentro,
llego sonriendo y en prepotencia pidiendo explicaciones al mesón de la guardia,
algo me dice el sargento, ya ni recuerdo que,
a lo que respondí con un tono fuerte,
ustedes saben, en alcohol se han ganado batallas
y se han perdido reinos también,
el sargento se me acerca con una sonrisa en sus labios,
me mira a los ojos
y me da un golpe de puño en el pecho que me tira dos metros para atrás,
acto seguido al calabozo, a esperar la madrugada,
con la rayada del sol,
unas caricias, la mona desaparecida, pagando una multa y al hogar,
a dormir un trasnoche de bohemias...
Parte VI
Hasta ahí había andado todo bien,
salvo a la semana siguiente,
en la cual un fuerte dolor al pecho me abordo,
un dolor desconocido hasta ahora,
algo nuevo para mi vida,
la intensidad de sus puntadas, como agujas penetrándome,
la palidez y los vómitos,
la suavidad del escupo de la sangre,
gelatinas hora a hora,
y dolor con dolor,
así que ya adivinan, próxima parada,
hospital, fila de urgencia, larga demasiado larga para tanto dolor,
peor aun, sin previsión, ahora solo indigente,
una salita, una camilla, el doctor,
estetoscopio, tosa por favor,
mejor _ no-doctor,
tosa por favor, ahí que queda el gargajo de sangre en la camilla,
fuma pregunto, _ a veces, respondí,
rayos x, “tórax y pulmones”,
mirada seria,
señor tiene pleurosis me dijo,
así que ya saben, muchas penicilinas en los glúteos,
ha y no fume me recomendó,
el dolor se fue, la sangre también, la resonancia del golpe desaparecieron,
y del habito de fumar se limito a decir
cada vez que me ofrecen;
no gracias,
solo fumo mariguana, respondo ahora,
ah, y
muchas gracias sargento...
Parte VII
Pero del habito de fumar solo me falto relatarles
la muerte de mi padre por cáncer a la laringe,
donde unos escupo de sangre,
solo son un juego de niños...
Atilano
Parte I
El cigarrillo siempre fue mi mejor amigo,
me lo presentaron muy niño,
siete años me parece,
quizás ya no recuerdo ni la hora ni el día preciso,
pero si aparece en la testa el lugar y la persona
que saboreando el humo de un mentolado,
lo devolvía al espacio haciendo aureolas con su boca,
ese placer en ese instante lo quise hacer mío,
y en mis vigilias de cama
ideaba la mejor estrategia para conseguir uno.
Esta persona, fumadora experta,
tenia un hijo de mi edad,
y entre dialogo y dialogo,
lo fui seduciendo para que le robáramos uno,
de antes mi madre me había dicho que del habito de fumar salían bigotes,
ustedes entenderán,
niño precoz, con ganas de ser hombre rápido, y crecer y crecer,
que mejor oportunidad,
así que una tarde ya con mi amigo,
socio en ese instante, le robamos uno,
ahora a conseguir fósforos y crecer,
buscamos un escondite en el fondo del patio de la casa,
arriba entre los techos, mirando las cordilleras,
iniciamosnos en ese rito para ser hombres rápidamente.
Una fumada corta, sin absorber y votar,
no sentimos nada, absolutamente nada,
entonces sigamos nos dijimos,
así fueron tres o cuatro, ya no hay memoria,
solo fue que en una directo al pulmón,
ya saben, toser y toser,
verdes y colorados de toser,
un calor como de fiebre,
la rosades en el rostro,
un sentimiento de culpa y cero aureolas...
Parte II
Después de aquello algo inventábamos pero no siempre era el cigarrillo,
otra vez de mayor, trece tal vez,
en un festival de la canción,
ante la algarabía y la excitación del momento,
_bueno porque no, yo también puedo,
así que me desinhibí completamente
y ya estaba una cajetilla en mi cartera,
mi madre en su mundo, mi padre también,
y yo creciendo, muy rápido,
y saben,
sin siquiera creció un solo pelo de bigote,
era un mito de mentira,
en el experimento lo comprobé...
Parte III
Ya después, después era experto,
no-solo eran mentolados,
con filtro o sin filtro,
muchas marcas,
era un comercial fumando,
pues andaba en aviones con “Viceroy”,
navegaba en yates con “Belmont”,
para la moto era “Luky Stray”,
en el campo, en el caballo, ya saben “Malboro”,
si hasta era de la realeza cuando aspiraba “kent”,
en la pobreza, pues eran mas baratos, “Hilton”, pero bellos hoteles ¡no!,
un cigarrillo irónico era “Life”, así como suena, ¡Vida!,
cuando soñaba en viajar era “International 555”,
cuando se internacionalizo más mi país,
llegaron los “True”, la verdad absoluta, livianos y con separador de basuras en el filtro,
los “John Player Special”, caja negra y ancha, otro nivel,
cuando fui detective y andaba de agente secreto fume “Bond”,
azules o rojos, o yanquis y comunistas, cada cual lo interpretaba a su manera,
los “More”, extra largo, morenos y delgados.
La realidad de las cosas es que fueron muchos,
cajetillas y marcas,
tal vez demasiados,
me gustaba esos resfrios de los diecisiete a veintiuno,
en la cual se me juntaba la flema en la garganta,
así espesa, café y cargada,
y al llamarlas a la lengua,
dejaban ese gustillo a tabaco y aterciopelaban mi voz...
Parte IV
En la universidad ahí si que fume bastante,
la primera acción de la mañana
y la ultima de la noche,
una vez con mucha adrenalina me fume una cajetilla “Luky” sin filtro
de un tirón en una trasnochada,
_pucha que tenis aguante me decían,
imaginen esa sonrisa,
y con seriedad patagonica agradecía diciendo:
_“Así fumamos los gauchos, entre el mate y el asado”.
La vida era en ese entonces,
consiguiendo la moneda para el cigarrillo,
en cajetilla o suelto,
ya no importaba si era ligth, extra long, rubio o negro,
solo era que había que calmar el pulmón, el deseo,
esa ansia incontrolable, el regulador del biorritmo,
la bombona que controlaba de la alegría o la tristeza,
ya era un digamos, “esclavo de él”,
prisionero incondicional de su compañía,
sin contar ese eterno flujo de dinero,
que cuando saque la cuenta al pasar de quince años,
era unas vacaciones de dos meses en un país lejano,
una casa nueva o dos o tres autos,
y saben que fue lo más curioso que siempre subió con el costo de la vida,
y después de un alza nunca bajo,
siempre estuvo y a estado en línea ascendente...
Parte V
Pero como todo romance,
siempre acaba de forma violenta,
en mi caso tuvo un final parecido,
ya era papá, mi hijo David, el mayor,
tenia un año
y tuve que salir de mi hogar unos meses a la ciudad donde nací,
esto es la ciudad de Talca, ubicada en el centro de mi país, Chile,
a la vendimia de una viña familiar,
después de la faena, con algunos dineros en el bolsillo,
una petaca de aguardiente en la cartera
y muchas ganas de celebrar,
me separo de mis amigos y me interno en su noche bohemia,
como aun disfrutaba con la música de discoteca,
entro en una y comienzo a bailar al ritmo de mi borrachera,
salvo para el dueño, todo era felicidad,
no dure mucho y ya estaba sentado en la vereda,
enfilo a mi hogar, y en el camino un vehículo policial se detiene a mi lado,
documentos, estado de ebriedad,
obvio,
para dentro,
llego sonriendo y en prepotencia pidiendo explicaciones al mesón de la guardia,
algo me dice el sargento, ya ni recuerdo que,
a lo que respondí con un tono fuerte,
ustedes saben, en alcohol se han ganado batallas
y se han perdido reinos también,
el sargento se me acerca con una sonrisa en sus labios,
me mira a los ojos
y me da un golpe de puño en el pecho que me tira dos metros para atrás,
acto seguido al calabozo, a esperar la madrugada,
con la rayada del sol,
unas caricias, la mona desaparecida, pagando una multa y al hogar,
a dormir un trasnoche de bohemias...
Parte VI
Hasta ahí había andado todo bien,
salvo a la semana siguiente,
en la cual un fuerte dolor al pecho me abordo,
un dolor desconocido hasta ahora,
algo nuevo para mi vida,
la intensidad de sus puntadas, como agujas penetrándome,
la palidez y los vómitos,
la suavidad del escupo de la sangre,
gelatinas hora a hora,
y dolor con dolor,
así que ya adivinan, próxima parada,
hospital, fila de urgencia, larga demasiado larga para tanto dolor,
peor aun, sin previsión, ahora solo indigente,
una salita, una camilla, el doctor,
estetoscopio, tosa por favor,
mejor _ no-doctor,
tosa por favor, ahí que queda el gargajo de sangre en la camilla,
fuma pregunto, _ a veces, respondí,
rayos x, “tórax y pulmones”,
mirada seria,
señor tiene pleurosis me dijo,
así que ya saben, muchas penicilinas en los glúteos,
ha y no fume me recomendó,
el dolor se fue, la sangre también, la resonancia del golpe desaparecieron,
y del habito de fumar se limito a decir
cada vez que me ofrecen;
no gracias,
solo fumo mariguana, respondo ahora,
ah, y
muchas gracias sargento...
Parte VII
Pero del habito de fumar solo me falto relatarles
la muerte de mi padre por cáncer a la laringe,
donde unos escupo de sangre,
solo son un juego de niños...
Atilano
jueves, octubre 19
De POESÍA Y POETAS
De POESÍA Y POETAS
De vez en vez,
Cuando las mañanas son luminosas,
Me gusta salir con un libro de poesía entre mis manos,
Lo abro en silencio
Y comienzo ese rito de lectura,
Al vaivén de mis pasos.
De los poetas no tengo ningún favorito,
Son tantos,
Están en tantas partes,
En todos los tiempos,
En todas las lenguas.
Sus imágenes en versos,
Sus identidades de musas y motivaciones,
Distan tanto en uno del otro,
Pero todos rondan sus penas y alegrías,
Sus triunfos y fracasos,
Sus hombres y sus mujeres,
Sus madres, sus padres, sus hijos o hijas, el hermano,
Que el amor, que el beso, que la carne,
Que lo que no fue, que lo que fue demasiado,
Que la tierra, que el universo, que dios,
Que la vida, que la muerte,
Que el pasado, que el futuro, que el presente,
Las cavilaciones más verdaderas, más inverosímiles,
Que los valores más humanos, más infrahumanos,
Que la paz, que la guerra,
Que el sexo, que el orgasmo, que el climaxs,
Que renaceres, que dormires...
Infinitas combinaciones de versos,
Libres, métricos, redondos,
Perfectos, imperfectos,
Sublimes en la esencia de cada cual,
Respetuosos de sus bancos de moral,
Alguno le hace un poema a Cristo, otro a Hitler,
Uno le hace a Atila, otro a mahoma,
Uno honra a Buda, otro a Nerón,
Uno le escribe a las lombrices,
La carroña, las palomas o las bacterias,
Otro a las aves, las ballenas o las focas,
Algunos a los dioses en el olimpo,
Otros a la revolución, a las milpas, o los alimentos de la tierra,
Los minerales de la tierra, que las flores de la tierra,
La profesión, las ciencias, el trabajo, la poesía,...
Algunos dicen las cosas de frente,
Descamisados completamente,
Otros se ponen traje de etiqueta,
Se acicalan tanto de metáforas,
Que en tres doctorados no tienen respuestas,
Otros son tan elegantes como versos a reyes,
Otros escriben de my para ty,
Otros se pasean en rimas, se adornan de melodías,
Y escucharlos es como estar en la selva oyendo las aves en la mañana,
Otros revientan sus celos, denuncian sus tragedias,
Otros emiten impulsivos cantos épicos que trascienden la vorágine de la vida,
Todos nos proponen algo,
Este todos también puede ser todas,
Esto de ser poesía no tiene géneros, no tiene edad, no tiene tiempo,
No tiene más rasgos que el alma del poeta,
Su insigne espíritu enlodado de revelaciones en su vida,
Voceros eternos de los íntimos sentimientos de la humanidad,
Recogidos en primeras voces,
En primeras preguntas y respuestas,
En llamados sempiternos de conciencias,
De inconsciencias, egos y alteregos,
Solo su mundo perfecto de contar en versos
Sus grandes y pequeñas verdades.
Atilano
De vez en vez,
Cuando las mañanas son luminosas,
Me gusta salir con un libro de poesía entre mis manos,
Lo abro en silencio
Y comienzo ese rito de lectura,
Al vaivén de mis pasos.
De los poetas no tengo ningún favorito,
Son tantos,
Están en tantas partes,
En todos los tiempos,
En todas las lenguas.
Sus imágenes en versos,
Sus identidades de musas y motivaciones,
Distan tanto en uno del otro,
Pero todos rondan sus penas y alegrías,
Sus triunfos y fracasos,
Sus hombres y sus mujeres,
Sus madres, sus padres, sus hijos o hijas, el hermano,
Que el amor, que el beso, que la carne,
Que lo que no fue, que lo que fue demasiado,
Que la tierra, que el universo, que dios,
Que la vida, que la muerte,
Que el pasado, que el futuro, que el presente,
Las cavilaciones más verdaderas, más inverosímiles,
Que los valores más humanos, más infrahumanos,
Que la paz, que la guerra,
Que el sexo, que el orgasmo, que el climaxs,
Que renaceres, que dormires...
Infinitas combinaciones de versos,
Libres, métricos, redondos,
Perfectos, imperfectos,
Sublimes en la esencia de cada cual,
Respetuosos de sus bancos de moral,
Alguno le hace un poema a Cristo, otro a Hitler,
Uno le hace a Atila, otro a mahoma,
Uno honra a Buda, otro a Nerón,
Uno le escribe a las lombrices,
La carroña, las palomas o las bacterias,
Otro a las aves, las ballenas o las focas,
Algunos a los dioses en el olimpo,
Otros a la revolución, a las milpas, o los alimentos de la tierra,
Los minerales de la tierra, que las flores de la tierra,
La profesión, las ciencias, el trabajo, la poesía,...
Algunos dicen las cosas de frente,
Descamisados completamente,
Otros se ponen traje de etiqueta,
Se acicalan tanto de metáforas,
Que en tres doctorados no tienen respuestas,
Otros son tan elegantes como versos a reyes,
Otros escriben de my para ty,
Otros se pasean en rimas, se adornan de melodías,
Y escucharlos es como estar en la selva oyendo las aves en la mañana,
Otros revientan sus celos, denuncian sus tragedias,
Otros emiten impulsivos cantos épicos que trascienden la vorágine de la vida,
Todos nos proponen algo,
Este todos también puede ser todas,
Esto de ser poesía no tiene géneros, no tiene edad, no tiene tiempo,
No tiene más rasgos que el alma del poeta,
Su insigne espíritu enlodado de revelaciones en su vida,
Voceros eternos de los íntimos sentimientos de la humanidad,
Recogidos en primeras voces,
En primeras preguntas y respuestas,
En llamados sempiternos de conciencias,
De inconsciencias, egos y alteregos,
Solo su mundo perfecto de contar en versos
Sus grandes y pequeñas verdades.
Atilano
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