martes, marzo 27

Parece que las nubes...

Parece que las nubes se pararan en los cielos,
Cúmulos pequeños y blancos, como motas de algodón.
Sus figuras uniformes,
Ahí detenidas en azul cielo,
Reposan en mi frente y me duermo en ellas.
¿ De donde vienen?
¿ A donde van?
Aparecen y desaparecen cada día
Y viajan, sin permiso,
Sin pasaporte.
Frente a mi, una parrilla
Y mi gula se hincha del fenol de la carne dorándose en el carbón,
Los gatos y los perros,
Me hacen ronda pidiendo su parte.
Las golondrinas en los cables de luz reposan,
Esperando el atardecer,
A que millones de insectos pululen en vuelos nupciales
Y ellas cazadoras de los aires
Tengan su proteína necesaria
Para su partida que viene,
Donde las echare de menos hasta mi próximo septiembre,
Cuando regresen fuertes y contentas,
Buscando su nido, que haré en mi pared,
Para tenerlas tan cerca como hoy.
Mientras la carne se dora en la parrilla,
Las lechugas esperan en el invernadero
Y las lombrices se comen los desechos orgánicos
Para que con su estiércol fertilice los próximos vegetales,
Que acompañen mis festivos días de verano,
Mientras esta pluma inquieta derrame en este papel,
Estas migas de pensamientos de olores y sabores,
Que comparto contigo,
Para decirte que estoy vivo, feliz y tranquilo,
Almidonando mi esperanza con vuelos de mariposas
Que rondan en mis sienes
Y las nubes que esta tarde se han detenido en los cielos.-

Atilano

jueves, marzo 22

Poemas Reflexiones Narrativas

El mal de las creación es el hombre...

Dura sentencia cuando solo veo que el quien más la acaba es solo él... inclusive la maneja, la transforma y la reordena...
Pobre y ricos todos nosotr@s; lastima que aún no se tiene la facultad de aprender abrazar... más aún, la mirada de los ojos nicha en la desconfianza; quién sabe qué, quién sabe quién... y así nos alimentamos en protegernos;
bien, que la nave vigile para bien;
y nos guarde del peso de nuevas desventuras...

El hombre de mal de la creación, es solo un mal hombre...
Aún sabiendo que amo más Matria que Dios;
y que el día de nos ser, estare con ambos y con todos y conmigo;
uno más de la energía infinita, que nos lleva por un Cosmos, que nos tiene en un Cosmos y que sostiene un Cosmos...

Atilano

miércoles, marzo 21

La Voz de Mi Tiempo...

La voz de mi tiempo
solo era un eco por Matria

Notas al Mediodía

I

Estoy cansado del desgano que persigue mis pasos,
de noches sin estrellas y de sueños sin recuerdos,
de paraísos que son obsequiados con la muerte
y de vidas que no gozan del aire, las nubes
y una constante oportunidad para ser feliz...

II

Tengo un calabozo por recuerdo
y un cepo en que no subyugaron al hombre de Matria;
aquel que enfrentaba los vientos
sembraba al amanecer
y oraba en silencio;
por solo multiplicar su paz,.
que tenía canto de aguas
fragancias de flores
y un anhelo inclaudicable
como la vida misma...

III

Del héroe cansino que descansa en la sombra de los bosques, es mi hermano que no arría bandera, que sueña con su horizonte de estrellas y aquilata una ilusión, que derrama como perdigones, tirados en día calmo y en pleno desierto...

IV

A nadie le tocara lo que no merece,
pero Matria es de todos, y por solo estar aquí
somos dignos de ella...

V

Si hay una herida que desangra lágrimas de ceniza;
son las heridas de Matria;
que cada noche lanza chispas a los cielos
por la boca de un volcán...

VI

Y hoy,
que al mediodía se me ha dado el alma del sol,
libero la sangre de mis venas
la dejo secar para que sea polvo
y con los vientos recorran la Matria toda...

VII

No me digas lo mismo que todos,
pues el eco de tu voz
es solo un eco de Matria
que en ti florece, se hace semilla
y más aún, prolifera como la paz, el equilibrio
y una sonrisa perpetua,
como el graznar de cien aves que volaron hoy frente a mi ventana...

VIII

Si algo amo de verdad
es un desarrollo compartido;
que en corto tiempo
nos lleve lejos;
Como queriendo escapar de Matria
para encontrar otra parecida
en el fondo de un patio;
de esta levadura de estrellas...

IX

La voz del tiempo
solo eran ecos de Matria...

...

...

Atilano

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lunes, marzo 12

El Despeinado

El Despeinado

Era primavera, la Canción Nacional se había cantado a las una y media como todos los días lunes. Los niños del kindergarden de la Escuela Superior de Hombres Numero Uno de Coyhaique ya estabamos en la sala. La tía Fany, nuestra profesora, siempre recta y ordenada no permitía que nada alterara el normal desarrollo de sus clases. Habíamos pasado ya casi todo el año con ella y nos tenia a todos diferenciados. Un niño era especialista en hacerse notar, extremadamente inquieto, iba de banca en banca alternando y conversando con todos los compañeros. Según supe después su mamá era profesora de la escuela vecina, la Superior de Niñas Numero Dos, que era el duplicado de la nuestra y según se decía, él había aprendido a caminar en una sala de clases. Cuando la tía se cansaba de su remolino, - que según pienso ahora, era siempre -, lo mandaba a la Dirección. Cosa que para ella era muy simple y atinada, ya que el Director de nombre Raúl era su marido. Así que mi compañero, aceptaba gustoso el reto, ya que en clases, el soberanamente se aburría - hasta parece que ya sabia leer, pues un día mirando el mástil de la bandera, que engalanaba ambas escuelas, me dijo _ Mira ahí, indicando hacia la pared; qué dice? Yo, sin saber, afirme negativamente moviendo mi cabeza, y él me leyó: _Soc. Constructora de Establecimientos Educacionales 1949 José Aracena A. Arquitecto. De esa vez, quede sorprendido, y nos hicimos amigos, así que de toda vez que era exiliado por los exabruptos de la tía, me compartía algunas aventuras que realizaba al interior de la escuela. Nuestra sala quedaba al final del primer piso y colindaba con la casa de la tía Fany que estaba incluida dentro del Grupo Escolar -era la casa del director- y desde la ventana de la sala, la tía la observaba de rato en rato, discretamente, para ver así quien entraba o salía. También nuestra sala estaba, cerca de los baños y de una puerta que conectaba a un gran patio descubierto, este con piso de tierra, unos arcos para jugar a la pelota y un sitio con barras de diferentes alturas que estaban cerca de un sendero que conducía a una multicancha, leñera y a la casa de don Lauro, una especie de San Pedro de la escuela, pues estaba encargado de todas las llaves, de abrir y cerrarla cada día del año, como también que se mantuviera limpia y calentada.
Ya, mi amigo, al salir de la sala iniciaba su primer juego, consistía en arrastrase a la carrera sobre las baldosas del patio cubierto y pasar gritando por esta especie de corredor al cual confluían todas las salas. Ahí aparecía Don Lauro, quien llevaba a cabo la orden de la tía Fany, entregando a mi compañero a la Dirección. En la oficina de don Raúl era otro mundo, rumas de papeles ordenadas en estantes, un amplio escritorio y dos sillones para atender a las visitas. Un piso de tablas que estaba siempre brillante y con dos ventanas que observaban a la entrada de la Escuela. Como mi compañero era un asiduo visitante ya le habían instalado un banco donde hacer tareas a la vista de don Raúl. Después, cuando las terminaba, debiendo regresar a la sala, Nano, como le decíamos a él, se desplazaba raudamente a la cocina donde la Sra. Luzmira, que en medio de peroles y teteras, rodeada de sugerentes fragancias de guisos y cazuelas, lo recibía alegremente y le separaba huesillos y ciruelas cocidas, dialogando en los tantos de lo que sucedía en la dirección. Unos metros mas allá de este comedor, estaba el gimnasio, a donde Nano encaminaba sus pasos con la esperanza de observar algunas niñas, nuestro templo del deporte era compartido con las alumnas de la escuela conjunta, la dos -como la nombraban en la ciudad- y quienes en esos días entrenaban la presentación que harían en la revista de gimnasia anual para el aniversario de Coyhaique, el doce de Octubre y ya faltaba muy poco, y ese motivo de conocimiento le permitía ser centro de atención, entre nuestros compañeros. Ya en el gimnasio, esa tarde se llevo una gran sorpresa, pues no estaban las niñas y hubiese estado vacío de no ser por la presencia de un anciano octogenario que con pantalones cortos entrenaba el ángel en las argollas. Nano sorprendido se acercó de manera discreta, observó con detalle las piruetas que el anciano realizaba en las argollas. Después de unos minutos quiso preguntar el motivo de sus ejercicios y de la vitalidad con que los hacia. El anciano le respondió corto y escueto: _“La salud hace el deporte, el deporte hace la salud”. Sin comprender mucho, Nano se despidió, recordando en el momento, que durante el acto del veintiuno de Mayo en el gimnasio, del proscenio que se encontraba al fondo de éste, apareció un grupo de marineros de la nada, y decidió investigar ese secreto. Se subió al escenario y del fondo del telón pudo apreciar que había dos puertas, una a cada costado, una se dirigía hacia los baños y camarines de la Escuela de Niñas y la otra se dirigía hacia los baños y camarines de la Escuela de Hombres, y bajo sus pies habían una puerta en el piso que conectaba con un subterráneo del escenario. -Que gran aventura se decía- quiso levantarla pero no pudo, lo reintento con todas sus fuerzas desplazándola poco a poco, cuando ya estuvo abierta pudo observar como el polvo pululaba en el aire, a través de las haces de luz que penetraban hacia el interior, encamino sus pasos tímidamente, en un comienzo no aprecio nada, pero grande fue su espanto cuando dentro de la sombras aparece un esqueleto que usara algún profesor para enseñar anatomía, asustado salió como rayo, dejo caer la puerta al piso y se apoyo en una pared de proscenio. Cansado y preocupado por la hora tomo la puerta hacia los camarines, se encontró en los baños del gimnasio y con una puerta que conectaba con el patio descubierto muy próximo al lugar de las barras. Como no había nadie en el patio, lo cruzó rápidamente en dirección al acceso que estaba más cerca de su sala. Cuando entró a esta, estaba todo su overol sucio y su pelo despeinado. La tía lo mira seriamente, -todos estabamos ordenados y trabajando- algo quiso decir, pero sonó la campana, nos levantamos rápidamente y salimos corriendo al recreo. Escuche decir a la tía al salir, _Nano. En el recreo debes ponerte al día de lo que hicieron tus compañeros.

FIN

Atilano

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